MAMÁ

Dejame decirte que.....

Transitemos en calma, sin alejarnos, tomados de las manos, como cuando me llevabas al kinder y la primaria, platicando de lo importante de la vida, de hacer la tarea y de tender mi cama, ver en tus ojos ese amor que no termina, escucharte, siempre escucharte, aunque no todo lo que me digas me guste, sentir como me abrazas el corazón dentro de ese tono amargo que tienes para indicarme el camino, distinguir tu voz y tu chiflido entre la gente, asombrarme por tus súper poderes, por tu vista de águila, por tu fuerza de oso y sobretodo por tu maravilloso don de ver el futuro, tomados de la mano a la distancia cuando salía a la prepa y a la universidad, por que siempre me acompañas, por que en mis momentos más obscuros, en mis sombras más pesadas siempre sentí tus sabias palabras, por que siempre serás mi compañera de vida, por que tú carácter es mi referencia, por que hasta viendote vencida sigues dando pelea, por que las personas como tú deberían ser eternas.

FELIZ CUMPLEAÑOS

La lista de reproducción llevaba su cuarta o quinta vuelta, nadie lleva la cuenta, vuelve a sonar el silbido en la pequeña bocina seguida de una voz en alemán …….”Wer zu Lebzeit gut auf Erden Wird nach dem Tod ein Engel werden” (Quien en su vida es bueno en la Tierra, se convertirá en un ángel después de la muerte)”....... la vista clavada en el techo. 

Una ventana sin vidrio permite que el fresco de la madrugada abarque toda la habitación, la luz está apagada, solo una mesa, un sofá y la pequeña silla donde se encuentra sentado se mantienen al borde de la existencia y lo etéreo, pretendiendo ser normales; la ventana de aquel segundo piso mostraba perfecto la calle perpendicular a la Av Schrödinger donde se encuentra el viejo edificio de departamentos, aquella parte de la ciudad estaba diseñada de tal forma que al transitar a pie o en auto se pudiera observar el cielo, cualidad que en las noches de Noviembre se agradece, los vientos mensajeros del incipiente invierno y las lunas distraídas de Octubre que esporádicamente aparecían en el mes siguiente formaban un cuadro cautivante para los pocos que se mantenían despiertos en la madrugada, sería el caso de él,  ajeno al espectáculo celeste debido a que en él se formaba ya un vacío más amplio que el sideral, fijo en el fondo de la calle, esperando doble en la esquina el auto que transporta su dolor, escudriñando cada placa, repitiendo como mantra aquel número.

Ironías de la vida, curiosidades, singularidades que en la obviedad no lo son, él sentía que Dios se reía en su cara como indigente bajo los efectos de una droga robada, que disfrutaba

con estas “particularidades” de su universo, sospechaba seriamente que se trataba de un niño quemando hormigas con una lupa al sol. Un carro dobla la esquina, pero no corresponde a la identificación, lleva rato esperando, casi empieza a sentir hambre de nuevo, hambre que mitiga a fuerza de humo, nicotina y alquitrán, el humo le invade los pulmones, no puede apartarse de la ventana aunque quiera, enciende otro cigarrillo  mientras el anterior se le apaga entre los dedos, no siente la llaga que le provoca el calor del tabaco sin filtro, apenas y voltea, es que no se puede permitir ninguna distracción, serán segundos los que requieran su vista, su mano firme y su espíritu; colgados de su fuerza de voluntad; el hambre, el cansancio y aquella vieja miserable que es la piedad, a la razón ya la había despachado y ahora se abraza las rodillas en un rincón del cuarto solitario en el que se encuentra, suelta el cadáver del cigarro recién consumido, la sangre se le agolpa en el cuello, ve doblar un auto la esquina con cautela apenas gira en su dirección busca de inmediato las placas, las malditas placas no las puede ver, el chófer apaga las luces y solo deja los cuartos encendidos avanza constante sin intención aparente por detenerse, mil preguntas se forman en su cabeza, ¿son ellos?, ¿estás seguro de esto? ¿que vas a hacer después?, ¿vale la pena?; El auto sigue avanzando lento no se detiene donde se supone lo haría, confirma por fin las placas, no corresponden, un pequeño alivio sale en forma de resoplido, la razón le insiste desde el rincón del cuarto, hace su último esfuero por persuadirlo, pero ya no escucha, la esfuma a golpe de un trago amplio de licor, resopla en el vaso y lo empaña, deja un ojo puesto a la calle, por la esquina contraria en sentido opuesto y escondido en el aliento condensado en el vaso avanza un auto las placas se ven perfectamente, su orgullo las intuye mucho antes que el cerebro termine de leer, siente como se le erizan los bellos del brazo, la mezcla de alcohol y adrenalina lo sumergen en el estado que necesita, su mente acaba de leer el último digito, levanta su mano firme con el revolver amartillado, el auto se detiene enfrente de la casa de ella, se abre la puerta del conductor, un tipo sale del auto, duda un poco al momento, pero no puede con la estúpida sonrisa que se le dibuja en los labios, rodea el auto por enfrente para abrir la puerta del copiloto, solo necesita confirmar algo, solo quiere estar seguro que todo suceda como debe, que Dios queme otra hormiga, que el indigente se ría en la cara de alguien más, abre la puerta sin saber que son observados, una pierna larga sale primero se posa firme en la banqueta, una mano sujeta a la otra y permite salir a la prueba que está esperando, sus músculos se tensan, ya tiene fijo su objetivo, no cabe duda, es ella, siente como la tristeza se muda lentamente a sus ojos, suelta el vaso, sujeta con ambas manos su revolver y hace libre a la primer bala, la detonación hace voltear a Sofía mientras su estupido acompañante cae con un hueco en el pecho, no tan grande como el de él, Sofía grita sola en la madrugada, otra detonación corta el silencio, vuelve a dar en el blanco, que bien que se pagó esas clases de tiro, ella abraza el cuerpo derrotado de su acompañante, perfecto distingue de dónde salen los disparos, logra ver como se enciende la luz de un cuarto en el segundo piso del edificio del fondo, él se sienta en la única silla de la habitación, muy cerca de la ventana, la distancia no es tanta, Sofía lo reconoce por el regalo que le dio en la tarde por su cumpleaños, junto a la botella de licor que disuelve a su razón se deshace el beso marcado en la tarjeta de cumpleaños, cree

escuchar su nombre por última vez en la voz de Sofía, apunta nuevamente, ella se queda fría y le grita que no lo haga, extiende la mano que le queda libre hacia él como si esperara sujetarle la mano que sostiene el arma, sabe que su disparo no fallará, sus lagrimas hacen borrosa la imagen, ya no hay dudas en él, “hazlo de una puta vez” -grita su dolor, entorna los ojos y jala el gatillo.  Silencio y nada más.

El cielo despejado regala un cuadro único en esta parte de la ciudad, la lista de reproducción sigue su marcha interminable, nadie lleva la cuenta, vuelve a sonar el silbido en la pequeña bocina seguida de una voz en alemán …….”Wer zu Lebzeit gut auf Erden Wird nach dem Tod ein Engel werden (Quien en su vida es bueno en la Tierra, se convertirá en un ángel después de la muerte)”....... la vista clavada en el techo, el frío de la madrugada, la habitación iluminada solo despojos de existencia muestra.

JSV