El hijo de Lilith E2

 Sostengo la mirada sobre su persona hasta que consigo despertarlo, siente que estoy con él aunque no me vea, con mis manos voy reuniendo toda su realidad como quien hace una esfera de miasma, la reduzco lo más que puedo, le quito los buenos momentos, las veces que se siente bien, los abrazos, las palabras de aliento y solo dejo una forma pesada, viscosa, oscura qué empujo sobre su pecho hasta que la nausea lo levanta, lo hace caminar muerto por dentro a través de la casa, en la madrugada sumergido en la oscuridad de sus remordimientos, hundido en la soledad de su sala, dentro de el se deshace como un nudo de gusanos y arañas qué se esconden en los rincones de sus recuerdos, no puedo dejar que descanse, vuelve a dormir y es la señal para que un gusano inicie un nuevo agujero y comience a digerir su sueño, con mandibulas incansables mezcla sus jugos gastricos y le regurgita un sueño echo pedazos en forma de pesadilla, que se le impregna a todo lo que tiene una pinta de paz espritual, basta con que recuerde un abrazo de su madre para que esta masa amarillenta le obligue a sentir su ausencia, y el calor del abrazo de su hermano se transforme en un ardor de celos, pero sobre todo las palabras de aliento de su padre se los cambie por reproches profundos sobre sus fallas evidentes como persona que le impiden perdonarse a si mismo. De pie en lo oscuro, juzgandose, sentenciandose, asumiendo que todo lo que le pasa es culpa suya y lo merece, su alma desprende un aroma tan enervante, tan intoxicante, mezcla del dolor y el orgullo, que respiro despacio, apenas y puedo contener las ganas de arrancarla de su cuerpo y devorarla